Por: Juan Cruz Guido
“Miel de avispas” asume una responsabilidad tan grande que de grande acobardaría a varios de los mejores actores y directores de la escena teatral porteña. Esta responsabilidad es la de darle vida a Alejandro Urdapilleta, permitir que el espectáculo de su vida se extienda por una hora más en el lugar donde él más hubiera querido, un escenario.
El espacio físico parece una elección más en la puesta, ya que como no podía ser de otra manera, la obra se realiza en el sótano del teatro La Clac. La obra, que contiene un trabajo sublime de Tino Tinto en la dramaturgia uniendo distintos textos de Alejandro y logrando un hilo conductor a lo largo de ella, expone en varios cuadros el absurdo de la vida que nos es contemporánea. Absurdo que se expresa a través del cinismo de algunos personajes y la serie de situaciones bizarras en las que ellos se encuentran.
Respetando no sólamente los textos de Urdapilleta sino que también sus formas, las tres actrices (Luciana Dulitzky, Juliana Ibáñez y Adriana Monteleone) ponen el cuerpo. No son sólamente las palabras las que hablan sino que son sus cuerpos los que se mueven y porque se mueven se emocionan.
Con una eficaz escenografía, acompañada por un acertado juego de luces, la puesta logra llevarnos desde un sótano en Av. de Mayo al mitico Parakultural en aquellos, ya lejanos, albores de la vida democrática argentina. Para los que no tuvimos la oportunidad de estar ahí y conmovernos con semejante propuesta artística, todos los sábados sigue existiendo un espacio en la ciudad de Buenos Aires donde ese espíritu rebelde y bohemio sigue vivo.
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“Miel de avispas” asume una responsabilidad tan grande que de grande acobardaría a varios de los mejores actores y directores de la escena teatral porteña. Esta responsabilidad es la de darle vida a Alejandro Urdapilleta, permitir que el espectáculo de su vida se extienda por una hora más en el lugar donde él más hubiera querido, un escenario.
El espacio físico parece una elección más en la puesta, ya que como no podía ser de otra manera, la obra se realiza en el sótano del teatro La Clac. La obra, que contiene un trabajo sublime de Tino Tinto en la dramaturgia uniendo distintos textos de Alejandro y logrando un hilo conductor a lo largo de ella, expone en varios cuadros el absurdo de la vida que nos es contemporánea. Absurdo que se expresa a través del cinismo de algunos personajes y la serie de situaciones bizarras en las que ellos se encuentran.
Respetando no sólamente los textos de Urdapilleta sino que también sus formas, las tres actrices (Luciana Dulitzky, Juliana Ibáñez y Adriana Monteleone) ponen el cuerpo. No son sólamente las palabras las que hablan sino que son sus cuerpos los que se mueven y porque se mueven se emocionan.
Con una eficaz escenografía, acompañada por un acertado juego de luces, la puesta logra llevarnos desde un sótano en Av. de Mayo al mitico Parakultural en aquellos, ya lejanos, albores de la vida democrática argentina. Para los que no tuvimos la oportunidad de estar ahí y conmovernos con semejante propuesta artística, todos los sábados sigue existiendo un espacio en la ciudad de Buenos Aires donde ese espíritu rebelde y bohemio sigue vivo.
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